Envelhecimento ativo entre idosos residentes na Microrregião de Saúde de Uberaba, Minas Gerais

Abstract

Given the lack of scientific consensus on the best way to measure active aging, the objective was to describe its determinants among the elderly in the Uberaba Health Micro-Region and according to gender; measure the quality of life (QoL) of the elderly; propose a structural model of active aging, based on the theoretical framework of the World Health Organization; to verify the equivalence of this model between genders and to identify the effect of active aging on the QoL of the elderly. Cross-sectional and analytical study with 957 community-dwelling elderly. Descriptive, bivariate, confirmatory factorial and structural equation modeling were performed. Project approved by the Research Ethics Committee, nº 2.053.520. In the behavioral determinants, the average of adequate items that comprised the anthropometric profile variable was 2.83 (±0.84), being higher among elderly men (p=0.002). In healthy lifestyle habits (2.78 ± 0.88; p<0.001) and self-care practices (2.87±1.07; p=0.020) the mean was higher among the elderly. There was a predominance of elderly without indicative of depressive symptoms (76.3%) and cognitive decline (98.6%), with family history of chronical diseases (84.6%), good functioning of the senses (52.8%) and five or more morbidities (68,%). Older women had lower resilience scores (p<0.001) and a percentage of good evaluation of senses functioning (p=0.011), higher proportions of depressive symptoms (p<0.001), morbidities (p<0.001) and family history of chronical diseases (p=0.011). In the physical environment, most felt very safe in daily life (58.7%), were satisfied with the means of transportation (70.5%; p=0.002) and living conditions (69.9%; p=0.001), with a higher proportion among women. The physical environment was considered quite healthy by the majority of the elderly (49.3%), in greater proportion in men (p=0.030). Social networks consisted mainly of family members (3.37±2.13), being higher in males (p=0.001). There was a predominance of elderly with higher participation in AADL (73.9%), with the highest average among men (p=0.005). Most reported being satisfied with personal relationships (70.1%; p<0.001), community activities (51.8%; p=0.019) and leisure opportunities (37.6%; p=0.045), with greater proportion among women. In economic determinants, the highest percentage had individual monthly income of 1┤3 minimum wages 12 (85.8%; p<0.001), had more or less money to meet their needs (54.9%; p=0.030), with a higher proportion among men. Most did not perform paid work (84.0%) and a higher proportion of the elderly men worked compared to the elderly women (p=0.013). In social and health services, the elderly were satisfied with the access (61.5%; p=0.017) and public service did not always offer medicines of chronic use (48.7%; p=0.016). The highest percentage rated health as good (54.0%; p=0.001) and reported that it remained the same over 12 months (50.3%; p=0.015), with a higher proportion among men. The highest average QoL scores were for the domain of social relations (70.12±15.4) and death and dying facet (75.43±26.7), while the lowest for the physical (64.41±17,1) and autonomy (69.14±15.5). The final model of active aging presented good quality of fit: χ2 /gl=3.50; p<0.001; GFI=0.94; CFI=0.92; TLI=0.90; PGFI=0.69; PCFI=0.73; RMSEA=0.05. The factorial structure of the model was equivalent between genders, however, the factor loadings varied significantly (p=0.029). Active aging had a direct and positive effect on QoL (λ = 0.70; p<0.001). It was concluded that the active aging model adjusted appropriately among the elderly in this study, and may vary among contexts, cultures and gender. Moreover, the more actively one gets older, the better the self-assessment of QoL.

Dada la falta de consenso científico sobre la mejor manera de medir el envejecimiento activo, el objetivo era describir sus determinantes entre las personas mayores en la Microrregión de Salud de Uberaba y según el género; medir la calidad de vida de las personas mayores; proponer un modelo estructural del envejecimiento activo, basado en el marco teórico de la Organización Mundial de la Salud; para verificar la equivalencia de este modelo entre géneros e identificar el efecto del envejecimiento activo en la calidad de vida de las personas mayores. Estudio transversal y analítico con 957 personas mayores que viven en la comunidad. Se realizaron modelos descriptivos, bivariados, de confirmación de ecuaciones factoriales y de ecuaciones estructurales. Proyecto aprobado por el Comité de Ética en Investigación nº 2.053.520. En los determinantes conductuales, el promedio de ítems adecuados que comprendieron la variable de perfil antropométrico fue de 2,83 (±0,84), siendo mayor entre los hombres de edad avanzada (p=0,002). En hábitos de estilo de vida saludable (2.78±0.88; p<0.001) y prácticas de autocuidado (2.87±1.07; p=0.020) la media fue mayor entre las mujeres de edad avanzada. Hubo un predominio las personas mayores sin síntomas depresivos (76.3%) y deterioro cognitivo (98.6%), con antecedentes familiares de enfermedades crónicas (84.6%), buen funcionamiento de los sentidos (52.8%) y cinco o más morbilidades (68%). Las mujeres de edad avanzada tuvieron resiliencia más bajos (p<0.001) y un porcentaje de buena evaluación del funcionamiento sensorial (p=0.011), mayores proporciones de síntomas depresivos (p<0.001), morbilidades (p<0.001) y antecedentes familiares de enfermedades crónicas (p=0,011). En el entorno físico, la mayoría se sentía muy segura en la vida diaria (58.7%), estaban satisfechos con los medios de transporte (70.5%; p=0.002) y las condiciones de vida (69.9%; p=0.001), con una mayor proporción entre mujeres. El entorno físico fue considerado bastante saludable por la mayoría de los ancianos (49,3%), en mayor proporción en los hombres (p=0,030). Las redes sociales estaban formadas principalmente por miembros de la familia (3.37±2.13), siendo más altas en los hombres (p=0.001). Hubo un predominio de personas mayores con mayor participación en AAVD 14 (73.9%), con el promedio más alto entre los hombres (p=0.005). La mayoría informó estar satisfecha con las relaciones personales (70.1%; p<0.001), actividades comunitarias (51.8%; p=0.019) y oportunidades de ocio (37.6%; p = 0.045), con mayor proporción entre mujeres. En los determinantes económicos, el porcentaje más alto tenía un ingreso mensual individual de 1┤3 salarios mínimos (85.8%; p<0.001), tenía más o menos dinero para satisfacer sus necesidades (54.9%; p=0.030), con una proporción más alta entre los hombres La mayoría no realizó trabajo remunerado (84.0%). En los servicios sociales y de salud, las personas mayores estaban satisfechos con el acceso (61.5%; p=0.017) y no siempre el uso público ofrecía medicamentos de uso continuo (48.7%; p=0.016), con un mayor proporción entre las personas mayores. El porcentaje más alto calificó la salud como buena (54.0%; p=0.001) e informó que permaneció igual durante 12 meses (50.3%; p=0.015), con una mayor proporción entre los hombres. Los puntajes promedio más altos de la calidad de vida fueron para el dominio de las relaciones sociales (70.12±15.4) y la facete de morte e morrer (75.43±26.7), mientras que el más bajo para el físico (64.41±17,1) y autonomía (69.14±15.5). El modelo final de envejecimiento activo presentó buena calidad de ajuste: χ2 / gl = 3.50; p<0,001; GFI = 0,94; CFI = 0.92; TLI = 0.90; PGFI = 0,69; PCFI = 0,73; RMSEA = 0.05. La estructura factorial del modelo era equivalente entre sexos, sin embargo, las cargas de factores variaron significativamente (p=0.029). El envejecimiento activo tuvo un efecto directo y positivo sobre la calidad de vida (λ=0.70; p<0.001). Se concluyó que el modelo de envejecimiento activo se ajustó apropiadamente entre las personas mayores en este estudio, y puede variar entre contextos, culturas y género. Además, cuanto más activamente se envejece, mejor es la autoevaluación de la calidad de vida.